Antonio Machado

Antonio Machado Ruiz
Antonio Cipriano José María Machado Ruiz
Colliure (Francia), 22 de febrero de 1939
Fue un poeta, el más joven representante de la generación del 98. Su obra inicial, de corte modernista (como la de su hermano Manuel), evolucionó hacia un intimismo simbolista con rasgos románticos, que maduró en una poesía de compromiso humano, de una parte, y de contemplación casi taoísta de la existencia, por otra; una síntesis que en la voz de Machado se hace eco de la sabiduría popular más ancestral.
Dicho en palabras de Gerardo Diego, «hablaba en verso y vivía en poesía». Fue uno de los alumnos distinguidos de la Institución Libre de Enseñanza (ILE), con cuyos idearios estuvo siempre comprometido. Murió en el exilio en la agonía de la Segunda República Española
En 1907 Machado se traslada a Soria como profesor de lengua francesa. En la pensión donde se instala hay una niña de 13 años. Machado se enamora a primera vista e inician la relación. Dos años después se casan. La novia tenía 15 años. El poeta 34. Pese a la diferencia de edad fue un matrimonio muy feliz.
Por entonces había otro pretendiente de Leonor, un mancebo de barbería, y el poeta escribió:
El tren
Yo, para todo viaje
—siempre sobre la madera
de mi vagón de tercera—,
voy ligero de equipaje.
Si es de noche, porque no
acostumbro a dormir yo,
y de día, por mirar
los arbolitos pasar,
yo nunca duermo en el tren,
y, sin embargo, voy bien.
¡Este placer de alejarse!
Londres, Madrid, Ponferrada,
tan lindos... para marcharse.
Lo molesto es la llegada.
Luego, el tren, al caminar,
siempre nos hace soñar;
y casi, casi olvidamos
el jamelgo que montamos.
¡Oh, el pollino
que sabe bien el camino!
¿Dónde estamos?
¿Dónde todos nos bajamos?
¡Frente a mí va una monjita
tan bonita!
Tiene esa expresión serena
que a la pena
da una esperanza infinita.
Y yo pienso: Tú eres buena;
porque diste tus amores
a Jesús; porque no quieres
ser madre de pecadores.
Mas tú eres
maternal,
bendita entre las mujeres,
madrecita virginal.
Algo en tu rostro es divino
bajo tus cofias de lino.
Tus mejillas
—esas rosas amarillas—
fueron rosadas, y, luego,
ardió en tus entrañas fuego;
y hoy, esposa de la Cruz,
ya eres luz, y sólo luz...
¡Todas las mujeres bellas
fueran, como tú, doncellas
en un convento a encerrarse!...
¡Y la niña que yo quiero,
ay, preferirá casarse
con un mocito barbero!
El tren camina y camina,
y la máquina resuella,
y tose con tos ferina.
¡Vamos en una centella!
En julio de 1911, cuando el matrimonio iba a partir de vacaciones, Leonor enfermo de tuberculosis y tuvo que ser ingresada.
Los médicos, impotentes en aquella época contra la tuberculosis, recomendaron el regreso al aire sano de Soria.
Y el poeta cuenta:
Al olmo viejo, hendido por el rayo
Y en su mitad podrido
Con las lluvias de abril y el sol de mayo
Algunas hojas verdes le han salido
El olmo centenario en la colina
Un musgo amarillento
Le lame la corteza blanquecina
Al tronco carcomido y polvoriento
Antes que te derribe, olmo del Duero
Con su hacha el leñador y el carpintero
Te convierta en malena de campana
Lanza de carro o yugo de carreta
Antes que rojo en el hogar, mañana
Ardas de alguna mísera caseta
Antes que el río hasta la mar te empuje
Por valles y barrancas
Olmo, quiero anotar en mi cartera
La gracia de tu rama verdecida
Mi corazón espera
También hacia la luz y hacia la vida
Otro milagro de la primavera.
Una engañosa mejoría dio paso a un fulminante final, falleciendo el 1 de agosto de 1912.
Y Machado escribe:
Una noche de verano:
Una noche de verano
—estaba abierto el balcón
y la puerta de mi casa—
la muerte en mi casa entró.
Se fue acercando a su lecho
—ni siquiera me miró—,
con unos dedos muy finos,
algo muy tenue rompió.
Silenciosa y sin mirarme,
la muerte otra vez pasó
delante de mí. ¿Qué has hecho?
La muerte no respondió.
Mi niña quedó tranquila,
dolido mi corazón,
¡Ay, lo que la muerte ha roto
era un hilo entre los dos!
Machado abandono Soria y marcha a Baeza en octubre de 1912, cae en una profunda depresión de la que tardo siete años en recuperarse. Siempre recordó el periodo con Leonor como el más feliz de su vida. ”Si la felicidad es algo posible y real –lo que a veces pienso– yo la identifico mentalmente con los años de mi vida en Soria y con el amor de mi mujer”.