Diego García de Paredes

Diego García de Paredes
Nacido en Trujillo, En treinta días del mes, cuando corría el mes de marzo del año de nuestro señor de mil cuatrocientos sesenta y ocho.
Falleció en Bolonia, En quince días del mes, cuando corría el mes de febrero del año de nuestro señor de mil quinientos treinta y tres.
Sepultura: Iglesia Santas María la Mayor, Trujillo
A medida que Diego fue creciendo, su cuerpo se tornó en excepcionalmente vigoroso, llegando a medir 2,10 metros y alcanzar un peso que superaba los 120 kg. Cuentan las crónicas que tenía un carácter explosivo, inestable e indómito, por lo que no atendía a razones cuando montaba en cólera. Su extraordinaria fortaleza, unida a su agilidad, depuradas técnicas de lucha y una valentía que rozaba la temeridad, le convertirán en el mejor soldado de combate de toda la historia y naciones.
Diego García de Paredes y Torres, más conocido como El Sansón de Extremadura, fue un militar célebre por su extraordinaria fuerza física y sus múltiples hazañas. Combatió como capitán de infantería en las guerras de Italia, norte de África y Navarra. Duelista invicto en numerosos lances de honor; capitán de la guardia personal del Papa Alejandro VI

Pila bautismala
de 1496
Una leyenda trujillana cuenta que en 1496 la madre de Diego se encontraba muy enferma en cama consumiendo sus últimos días. Diego no quiso que su beata madre faltase a sus cristianas costumbres, por lo que arrancó la pila bautismal de la Iglesia de Santa María la Mayor y la arrastró hasta la casa familiar, a fin de que su moribunda madre pudiera santiguarse con agua bendita. Hasta hace bien poco esta pila ha permanecido en las escaleras exteriores de la iglesia, y hoy en día puede contemplarse en su interior.
Se cuenta del mozo Diego, que una noche se hallaba cortejando a una hermosa dama a través de una de las ventanas de su alcoba. Las rejas impedían que los enamorados pudieran manifestar sus sentimientos más mundanos, por lo que el joven Diego arrancó las rejas usando sólo sus manos, accediendo así a los aposentos de la dama. Una vez concluida la algarabía de amores, la dama quedó preocupada por el asunto de la reja. Su honor quedaría mancillado, pues que el enrejillado estuviera arrancado podía delatar lo que allí ocurrió. Diego, ni corto ni perezoso, comenzó entonces a arrancar todas las rejas de la calle para que nadie supiera qué dama fue mancillada.
De nuevo bajo las banderas de España, Diego García de Paredes sirvió a las tropas del Gran Capitán en el asedio de Cefalonia, en Grecia, ciudad que había sido arrebatada recientemente por los turcos a la República de Venecia.
Setecientos jenízaros
La conquista de Nápoles: 1501-1504
A finales de 1501 comenzó la segunda guerra de Nápoles entre el rey Fernando el Católico y Luis XII de Francia por el dominio del Reino napolitano. En esta guerra, bajo las órdenes del Gran Capitán, alcanzó su apogeo como soldado, causando verdaderos estragos entre los franceses, quienes le "temían por hazañas y grandes cosas que hacía y acometía", y asombrando a sus contemporáneos con sus hechos de armas:
"De Diego García de Paredes ni palabras bastan para lo contar, ni razones para lo dar a entender. Traía una grande alabarda, que partía por medio al francés que una vez alcanzaba, y todos le dejaban desembarazado el camino… Daba voces a todos que pasasen al real de los franceses… A dos artilleros partió por medio Diego García hasta los dientes, de que el Marqués estaba espantado… y comenzó a huir en uno de los cincuenta caballos que de Mantua habían traído".
El Sansón español se cubrió de gloria en los campos de Italia y luchó heroicamente en las memorables batallas de Ceriñola y Garellano en 1503. Durante una de las fases previas de esta última batalla, llevó a cabo la más célebre de sus hazañas bélicas, recogida por las crónicas de la historia e inmortalizada en su leyenda: "hecho tan verdadero, como al parecer increíble" que "acreditó tanto la fama de Diego García, que aún a la posteridad dejó la memoria de aquél tiempo". Paredes se sintió herido en el orgullo tras un reproche del Gran Capitán por una propuesta táctica del extremeño, este se dirigió con un montante
Desafiando personalmente a un destacamento del ejército francés (La tradición cita 2.000 hombres de armas, cifra aparentemente exagerada por la imaginación popular, pero aceptada tanto por José de Vargas Ponce como por Miguel Muñoz de San Pedro). Diego García de Paredes, blandiendo con rapidez y furia el descomunal acero, se abalanzó en solitario sobre sus enemigos y comenzó una espantosa matanza entre los franceses, que solamente podían acometerle mano a mano por la estrechez del paso, ahora repleto de cadáveres, incapaces de abatir al infatigable luchador español, firme e irreducible, sin dar un paso atrás ante la avalancha francesa. "Con la espada de dos manos que tenía se metió entre ellos, y peleando como un bravo león, empezó de hacer tales pruebas de su persona, que nunca las hicieron mayores en su tiempo Héctor y Julio César, Alejandro Magno ni otros antiguos valerosos capitanes, pareciendo verdaderamente otro Horacio en su denuedo y animosidad". "Como Diego García de Paredes estuviese tan encendido en ira… tenía voluntad de pasar el puente, a pelear de la otra parte con todo el campo francés, no mirando como toda la gente suya se retiraba, quedó él solo en el puente como valeroso capitán peleando con todo el cuerpo de franceses, pugnando con todo su poder de pasar adelante". Acudieron algunos refuerzos españoles a sostenerle en aquel empeño irracional y se entabló una sangrienta escaramuza. Al fin, dejando grandes bajas ante la aplastante inferioridad numérica y el fuego de la artillería enemiga, los españoles se vieron obligados a retirarse, siendo el último Paredes, que tuvo que ser "amonestado de sus amigos, que mirase su notorio peligro"."Por su fuerza y valor salió del poder de los franceses, que aquél día le pusieron en muy gran peligro la vida, y cierto nuestro Señor le quiso favorecer y guardar aquél día en particular… librándole Dios su persona de peligro"; "Túvose por género de milagro, que siendo tantos los golpes que dieron en Diego García de Paredes los enemigos… saliese sin lesión". Citan las Crónicas del Gran Capitán que "entre muertos a golpe de espada y abnegados en el río fueron aquél día más de quinientos franceses". La misma cifra de bajas maneja el historiador Tomás Tamayo de Vargas, quien afirma que Paredes "había satisfecho a la ira que le encendieron en su pecho las palabras del Gran Capitán con muerte de quinientos enemigos, que o cayeron a su montante, o en el río huyendo de sus manos". "Ah Hercúleo Extremeño!...tus hazañas las publicará la fama por todo el mundo, mientras existan valientes, y sobre todo aquella del puente, cuando detuviste a un ejército entero, asombrará por siempre a los más célebres guerreros".
Duelista invicto
"Era entonces el tiempo de los desafíos. La Europa, daba la reputación de más bravo a quien salía más veces vencedor en semejantes combates. ¿Quién en ellos pudiera medirse con Paredes, á quien el arnés más pesado no agobiaba más que una gala, y en cuyas manos era un juguete la maza más robusta?" Diego García, que fue un hombre con un sentido del honor al límite, participó en numerosos duelos a lo largo de toda su vida, desde cuchilladas en reyertas de taberna con vulgares fanfarrones y matones hasta duelos concertados, extendidos bajo salvoconducto ante notario, frente a coroneles del ejército español, capitanes italianos o la élite del ejército francés (durante el encierro del ejército español en Barletta, ante la superioridad francesa en las Guerras de Nápoles, se estuvo batiendo en duelo durante sesenta días en liza abierta con caballeros franceses, que llegaron a esquivar las contiendas, a faltar a ellas o a responder que de ejército a ejército se verían en el campo de batalla); todos estos incidentes, que generalmente terminaban con la muerte de uno de los oponentes, tuvieron un vínculo en común: Diego García de Paredes jamás sufrió la afrenta de verse vencido, fue un consumado especialista en este tipo de lances, resultando imbatible para todos sus adversarios, como asegura, entre otros, el reconocido doctor cacereño Juan Sorapán de Rieros, quien afirma que Paredes sostuvo más de trescientos duelos sin ser derrotado:
"En desafíos particulares, con los más valientes de todas las naciones extrañas, mató sólo por su persona, en diversas veces más de trescientos hombres, sin jamás ser vencido, antes dio honra a toda la nación española"
La fama de Diego García de Paredes no se detuvo a su muerte, producida al caer de un caballo jugando con unos niños, y mucho tiempo después su nombre seguía siendo sinónimo de fuerza y valentía. Miguel de Cervantes inmortalizó sus hazañas en su obra universal, El Quijote:
Un Viriato tuvo Lusitania; un César Roma; un Aníbal Cartago; un Alejandro Grecia; un Conde Fernán González Castilla; un Cid Valencia; un Gonzalo Fernández Andalucía; un Diego García de Paredes Extremadura…
Y este Diego García de Paredes fue un principal caballero, natural de la ciudad de Trujillo, en Extremadura, valentísimo soldado, y de tantas fuerzas naturales, que detenía con un dedo una rueda de molino en la mitad de su furia, y puesto con un montante en la entrada de un puente, detuvo a todo un innumerable ejército que no pasase por ella, e hizo otras tales cosas, que si como él las cuenta y escribe él asimismo con la modestia de caballero y de cronista propio, las escribiera otro libre desapasionado, pusieran en olvido las de los Héctores, Aquiles y Roldanes.
No había tierra en todo el orbe que no hubiese visto, ni batalla donde no se hubiese hallado; había muerto más moros que tiene Marruecos y Túnez, y entrado en más singulares desafíos, según él decía, que Gante y Luna, Diego García de Paredes y otros mil que nombraba…
La figura heroica de Diego García de Paredes no necesita de la exageración para ser admirado como personaje de renombre universal dentro de la historia. "Increíbles parecerían los hechos de este capitán, verdadero tipo del soldado español, fuerte en la batalla, áspero en su trato, desdeñoso con los cortesanos, si no estuviesen consignados en las crónicas é historias de aquella época". Su sepulcro de Santa María la Mayor, en Trujillo, tiene un largo epitafio en latín, grabado en letras capitales, cuya traducción es la siguiente:

Tumba de
Don Diego García de Paredes

Lugar de nacimiento Trujillo, 30 de marzo de 1468
Coordenadas de la Iglesia Santa María la Mayor, Trujillo.
39°27'38.543"N 5°53'04.538"W
39.460706504864056, -5.8845939604662645
Lugar de su fallecimiento Bolonia, 15 de febrero de 1533 a los 64 años
44°29'38.27"N 11°20'10.251"E
44.49396379578361, 11.336146074087248