Castellón de la Plana
Fiestas de la Magdalena

Feria y Fiestas de la Magdalena, Castellón de la Plana.

Leyenda del traslado

Cuenta la leyenda más popular que los habitantes del Castillo de Fadrell dispusieron su bajada oficial para la tarde del tercer sábado de Cuaresma. Esa noche debían trasladarse a la recién levantada nueva ciudad las mujeres, los niños, las autoridades eclesiásticas con el Cristo Yacente entonces patrón de la villa y las autoridades forales de los recién constituidos Jurats, dejando en su antiguo asentamiento a un pequeño regimiento militar y al Alcaide de la fortaleza. El traslado tomó un carácter festivo y como eran conocedores de que sería largo y fatigoso, colgaron faroles de sus gaiatos (cayados) para iluminarse ante la previsible noche que pasarían al raso y ataron a los niños con cuerdas de su fuste para que no se perdieran durante el camino. También cogieron provisiones, especialmente rotllos, panes redondos con un agujero en el centro para colgárselos alrededor de sus cuellos para transportarlos más fácilmente. Los antiguos habitantes se encontraron en mitad de la noche con una fuerte tormenta, que les obligó a recoger las cañas que se encontraban durante el camino para sortear los torrentes de agua que se encontraban por el camino. Los pobladores pasaron la noche a la intemperie en la zona de lo que ahora sería la ermita de Sant Roc de Canet. A la mañana siguiente llegaron a la villa tras sortear gracias a sus cañas el río Seco que iba fuertemente cargado de agua tras las lluvias de la noche, siendo recibidos en una de las puertas del recinto amurallado por el lugarteniente del Rey, que en una ceremonia religiosa bautizaron a la villa como Castelló de la Plana en honor del Castillo del cual provenían y del lugar geográfico donde desarrollarían su nueva vida. Esta leyenda, actualmente puesta en entredicho aunque nunca desmentida con datos históricos, explica el origen de la Gaiata, de las cañas, de les Xiquetes del Meneo y del Rotllo como símbolos de la fiesta y de la moderna ciudad de Castellón.

Con los años y la pacificación de la zona, el Castillo fue abandonado, por lo que ya no se producían las frecuentes visitas entre los dos núcleos de población. Aprovechándose de sus ruinas, un fraile eremita del cercano monasterio carmelitano del Desierto de las Palmas se instaló en uno de los aljibes que convirtió en ermita dedicada a Santa María Magdalena, iniciando así un culto muy popular en la zona. Su muerte fue muy sentida por la población castellonense, que acudió en romería para celebrar su última despedida. A la vuelta empezó a llover fuertemente, lo que les recordó a la leyenda del traslado y decidieron construir una nueva ermita en honor de la santa y celebrar rogativas en los tiempos de sequía y necesidades, marcadas por un fuerte sentido religioso en pleno tiempo cuaresmal. ​El posterior descubrimiento de la Virgen de Lledó por Perot de Granyana y la construcción de numerosas ermitas más cercanas al núcleo de la villa hicieron decaer la devoción a la Magdalena, a la que solo se recurría en etapas de graves importunios. La noche del día en el que se celebraba la rogativa a la Magdalena se acostumbraba a hacer desfilar por las calles de la Villa pequeñas gaiatas (cayados) rudimentarias similares a las de la leyenda que representaban los diversos núcleos de población del término alejados de la ciudad amurallada. ​En el siglo XV se construyó una gaiata de mayor porte y más monumental pagada por los jurats de la ciudad de Valencia conmemorando la extensión de los fueros de esa ciudad a Castellón, a la que popularmente se llamó Gaiata del Micalet de València.

Ubicación de la ermita:
40°02'04.9"N 0°00'21.6"W
40.034700, -0.006006